domingo, 19 de mayo de 2013

El puente del Olvido...




Ulysses and the Sirens (1909)
De Herbert James Draper



Cruzando el puente del Olvido
el olvidado se halla,
inmerso en vacilaciones,
dubitativo, 
indeciso:
¡Cruzo o no cruzo!, avanzo o me quedo.
Perplejo del torrente
de remolinos, que a sus pies conspiran,
se queda quieto,
vacila, espera, 
aguarda…

Al otro lado la pasión, 
el ardor, la fogosidad,
el frenesí, ¡
hasta la efervescencia de la piel oxidada!
Y duda si cruzar, 
del uno hacia el otro lado.

Poseedor de la serenidad, 
de la placidez y el equilibrio, se creía,
pero imprudente del minuto prendado:
            ¡Tápame los oídos con cera!
 ¡Átame al mástil de la cordura!

Y como Odiseo  inmola sus apetencias,
las carnales, 
las de este lado del puente.

Aclamadores de sirena coartan su cordura:
            ¡Su canto enloquece mi tino, mi tiento!
¡No debo atravesar al otro lado del puente!,
se debe a su diosa  reposada,
a la templada, 
a la juiciosa.

Mientras,
lucha con puñales en los ojos,
con escudos en su hombría, 
¡no debe cruzar,
no debe desandar lo andado,
lo agenciado, 
lo conseguido!

Y del otro lado, 
el canto seductor y lujurioso,
enloqueciendo sus principios,
sus fundamentos,
sus razones.

Mientras,
lucha por controlar la enajenación,
el delirio del instinto solapado,
del olvidado, 
cuando se quedó en este lado del puente,
pertrechado, protegido,
sobre el puente del Olvido.
       ¡Qué, ya, hasta había sido disipado por olvidado!!!



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