jueves, 13 de febrero de 2014

Porque quiero que merezca la pena…







Porque lo Imposible seguirá marcando mis pasos
aunque duela,
aunque sangre la herida abierta que el corazón sufre.
Sí, lo sé,
¿qué hacer?
¿cómo actuar?
¿cómo sanar la herida con apósitos de Posibles?

Y  rebusco entre tus palabras
intentando recabar el auxilio
que protejan mis torturas,
pero no hallo las respuestas,
nada mitiga mis angustias.

Tan solo una vez,
una vez sola, escuché tu voz que me trajo el viento,
desde lo lejos, 
desde las montañas nevadas
que rozan con sigilo las alturas del cielo:

            ¡Merece la pena ver amanecer
aunque solo sea para ver este cielo!!!
Y me reconfortaron, en un sigilo, el alma…
Y me aplacó la furia de los deseos encubiertos…
Y restableció el orden en mi mundo incierto…

Pero, no,
ahora dejaron de ser válidos,
caducó tu gran deseo…
Porque  no me vale…
Porque se me hizo egoísta tú presencia,
tus palabras al oído,
bailar contigo en la anochecida
acompañados del silencio…
Recorrer los senderos apoderados del frío,
escuchando embelesada  tus palabras,
o en silencio, no importa…
Formar parte de tus desatinos,
¡qué me quieras!
¡Qué te mueras si no estás conmigo!...

¿Ves?
 triste de mi egoísmo.
Triste en lo que se han convertido
aquellos  incipientes sentimientos.
Ésos que ya no manejo,
porque ya soy manejada,
porque me controlan el alma..

Ya  el Imposible  se cambió de senda,
ya se disfraza,
anhelando convertirse en el Posible deseado.

Porque ya no me sirven tus palabras:
            ¡Merece la pena ver amanecer
aunque solo sea para ver este cielo!!!

Porque ahora ambiciono este lamento:
            ¡Qué merezca la pena ver amanecer,
tan sólo, si es contigo, a tu lado, a tu vera,
para poder apreciar la belleza de ese cielo!!!