sábado, 28 de diciembre de 2013

….tan cansada con tu vida!!!!


Erlkönig
De Julius Sergius von Klever(1887)



Cuando ya no puedes más, y te preguntas:
¿qué hice mal????.., 
¿dónde comenzó el dislate???,
¿en qué momento el desconcierto???
¿Cuando me equivoqué en la elección de la senda?,
¿porque no recurrí al atajo???

Ahora, cuando el frío te inunda el corazón
lo amortaja y le deja sin vida.
¿Qué hacer?
¿A quienes reclamar tantos sueños extraviados?
¿En qué lugar hallar las respuestas orientativas?
¿Por qué?,
¿para qué?,
¿hasta cuándo seguirás con tanto esfuerzo?,
con tanto y tanto peso
de dolores sin recompensas, sin contrapartidas!!!….
¡Hasta donde el dar,
el entregar, el ceder,…

Mil preguntas aguardando,
mil incógnitas esperando ser resueltas.
Pero no, ahora no,
ahora no es el momento.
ni el segundo,
ni el acento imperceptible del esdrújulo,
porque ahora ya no es tu momento.
Porque éste discurrió con prisas, veloz,
con furia, deseosos por ser el pretérito de tu tiempo
del presente, del futuro,
y hasta del final de los tiempos…

Y te hundes cuando no sabes y de dudas estás llena,
¡sí te ofreciste tanto que no sabías que atesorabas!
Y amaste,
y adoraste,
y reverenciaste con una parte de ti,
de ésa que decidió apostar por esta senda,
¡pero que no es la única!
porque otra parte de ti se camufla,
la perfecta y generosa la sepulta,
la enclaustra en los bajos fondos del espacio reservado a
a los degradados,
contaminados por libertinos
por inmorales,
narcisistas del paraje de tus sentimientos,
ésa que anda escondida  
porque no contempla el don de la perfección,
y ahora clama su lugar, su poltrona
aprovechando el abatimiento de la que equivocó su senda.

Y la digna errada ya se revuelve,
intenta responder,
pero ahora  está cansada,
demasiado cansada  de su vida no resuelta.

Ahora, desesperada, invocas,
reclamas el don de la sabiduría
que te ayude a encontrar ese otro yo 
y  por fin recorrer la otra senda,
para conseguir sentir en tu  esencia
ésa que logre gozar  de gozos, su alma completa
para que almacene los brillos de ese cielo repleto de estrellas.

¡Qué lance su grito a las alturas!
¡Qué el inconformismo la atrape!
¡Qué por fin  el conformismo se disuelva, 
y se excluya de tu vida no resuelta!

Porque la vida se te acaba en el suspiro,
en el leve suspiro entre tu ayer y tu ahora,
y de qué,
de qué te sirvió tanta entrega???
De nada,
para nada sirvió,
para nadie.
Porque todos la obviaron,
¡ni la vieron!, ni la percibieron, 
ni las tasaron como válidas!,
Por eso estás cansada, 
¡tan cansada con tu vida!!!!

martes, 12 de noviembre de 2013

Pinceladas…


Sunshine and haze
De Charles Courtney Curran (1861-1942)




Pinceladas de alegría inundan cada poro de mi piel
cuando estoy a solas,
aquí, de espectadora del bucólico escaparate
que se exhibe desnudo, inmaculado,
deseoso de engullirme,
y yo sé de su enigmática mirada, y  yo la reconozco,
ésa, la del paisaje acrisolado que  pretende encadenarme
al  espejismo soñado de los dioses,
y es entonces cuando escucho
los reclamos de lo más sublime:
¡Ven!, -me reclama,
y yo me quedo medio suspendida  en el aire,
y mis pensamientos libres, ¡por fin, ésos díscolos y  rebeldes!
Mi alma pletórica de entusiasmo,
mi cuerpo atiborrado de emociones.

¡Por fin el relajo por la  alucinación conseguida!
¡por fin  mi quimera satisfecha!
Y mis fantasías de infante, se revuelven en mi mente,
y mi esencia  que se funde en el paisaje,
en cada pincelada cierta
que se plasmaron con los  pinceles de seda
y  cromatismos de cielo, con  luces de contiendas,
que describen segundos  perseguidos y fugaces:
¡voy!, -respondo,
-ya soy tuya, ya deseo ser otro trazo de la brocha.
Ya me fundo en el misterioso secreto que protegen los colores,
Y me quedo, flotando en las alturas,
y no regreso,
sé que el descenso es penoso, triste, frío y deshonesto.
Por eso me dejo atrapar por la obra, 
¡por fin logré reencontrarme, revolviéndome en el cuadro!
Por fin, el creador de la obra, se apiadó de mi alma,
y me integró en su obra,
y me fundió con cromatismo de aurora.

Por fin, soy suya  entera,
completa, acabada, fundida en la untuosidad de los colores,
perteneciendo a la vida de la obra, por entero, por completa.
¡Por fin se obró el milagro!
Y mi triste confesión de que te amo, la evidenció el  artista,
y  se apiadó de mis deseos con sabores a utopías
y me unió para siempre a mi amado, y me dejó para siempre modelada,
junto al bucólico que formaron cada pincelada cierta,
en los adentros de la obra prohibida!!!!



lunes, 11 de noviembre de 2013

Como todos los días…


La stretta di lavena, lago di Lugano
De Oreste albertii (1887-1953)





Como todos  los días,
como cada atardecer del día, 
cuando el sol anda cansado,
cuando de tanto, su brillar se hizo lento,
y lento mi caminar...

Vuelvo,
regreso a este  lugar de las esperanzas fallidas.
Porque en fallidas se convierten cada atardecer del día.
Y vuelvo,
con mi peso a cuesta,
y  con éste paso del tiempo, 
¡qué se me hace tan evidente!

Cansada, tan cansada, 
regreso a beber de la promesa que aguardo,
cuando  mi vida se recobra al beber el pequeño sorbo
que me regaló la esperanza...

Y aligero el avance para llegar a este lugar,
¡pero no vuelves!,
¡pero no regresas!,
¡pero lo prometiste, y es deuda!,
y te olvidaste, o ¿fui yo la que soñé los instantes?,
cuando, sentados aquí,
tú, y  yo a tu lado,
¡desde  la noche hasta la amanecida!
Cuando me jurabas te quieros,
Cuando rogabas:
            ¡Quiéreme vida mía!

Ahora las jornadas se pintaron en interminables,
la ansiedad se depositó en cada segundo del día,
porque sin mi locura de esperarte,
¡ya no soy nada, vida mía!

Y regreso cada tarde, cansada,
muy cansada de arar surcos en el campo,
Y con mi carretilla a cuesta, 
accedo a la cuesta para contemplar tu regreso.

Y te aguardo sentada, en la carreta vieja,
la que no sirve para nada,
la que se quedó arrinconada,
 porque antes servía de aposento, de descanso,
de cómplice amatoria,
cuando me decías al oído, o lo gritabas al viento:
            ¡Te quiero!!
            ¡Volveré!!
            ¡Aguarda!!

Ahora el sol reclama su descanso, 
¡ya no brilla mi vida!
Y te sigo esperando, cada tarde
cada atardecer del nuevo día…
Y te aguardo aquí, con mi peso, con mi cansancio,
desde lo alto,
vigilando los caminos que llegan,
y que vienen vacíos, ¡a lo lejos!,
desde abajo….

Pero la Nada se impone,
la nada en el paisaje, 
en las montañas altivas,
la nada en los atajos,
y abajo, en las casas del pueblo, la nada...

La nada en mi alma, la nada en mi morada,
y en mi cama, la Nada…
Ésa que aún anda vacía…
Y yo  ando cansada,
¡tan cansada vida mía!...



domingo, 10 de noviembre de 2013

Dime…


Detalle de la obra “A Flock of Sheep in a Snow Storm”
De Joseph Fargharson (1846-1935)


…Dime,
 en qué espacio me aguardas,
y me convertiré en errante,
en vagabundo rastreador de tus pasos…

Dime,
en que minuto del día,
e invertiré la noche en día,
y remplazaré la brillantez por las sombras…

Dime,  vida,
en esta vida,
o en aquella  otra que aún anda  medio vacía…

Dime donde,
e iré volando,
o surcaré las olas de tempestades y vendavales…

Dime cuando,
y revolveré  las manecillas del tiempo,
para que coincidan en el minuto prendadas…

Dime si estás ahora,
y estaré…
O si estuviste antes,
y redimiré mi alma hasta moldearme en la anterior
o en la futura, y allí me encajaría

Porqué  no sé los sortilegios de que se valieron los sabios.
No sé de los designios que marcaron a fuego los dioses del Universo.
No alcanzo a descubrir donde comenzó el error,
donde el dislate,
donde el disparate de echarte tanto de menos
por no sentirte a mi lado…

Si somos el norte y el sur de una misma brújula,
inservible, fallida,
incapaz de orientar el uno sin el otro…

Somos el negro y el blanco,
que al fundirse, conforman el ideal de la duda y la melancolía,
acaparando el paisaje,
neutralizando la brillantez de la luminosidad cegadora,
y  alentando a la oscuridad de las sombras,
para recrear la exquisitez de la dulzura,
la que se posiciona en la justa medida de las dos fases,
ofreciendo lo mejor,
la mezcla explosiva de la tristeza y la alegría,
de la duda y la certeza,
del equilibrado posicionamiento imperante entre el bien y el mal…,
para que dejen de ser absolutos,
y se conviertan en posibles, siendo  pura perfección
 de tan perfectos…

Porque no alcanzo a descubrir donde comenzó el error,
donde el dislate,
por echarte tanto de menos
tan solo,
por no sentirte a mi lado…

martes, 5 de noviembre de 2013

Para dejar de ser…


Haunted House
De Thomas Moran (1858)



Dispersarme en el aire, disolverme para no encontrarme,
desaparecer en la bruma, ser ceniza del fuego,
para dejar de ser,  
y llegar a ser
la olvidada, la errante.
Sin nada que dar,
sin tener que ofrecer,
sin miedos a fallar en este entramado siniestro.

Me aventuré en el espacio de dudas
cediendo los apéndices de mi cuerpo,
los del alma,
los del sueño.
Y sangré a corazón abierto,
y me desangre con cada palabra que herían,
ante desagravios perversos.

Y mi caminar se hizo lento,
¡demasiadas trabas!,
¡demasiadas piedras dificultaron mis pasos!
y mi derrota se hizo evidente,
por las palabras que herían,
por los desagravios perversos.

La  gran tristeza invadió cada poro de este desecho de cuerpo,
disolviendo los ensueños del comienzo,
y penetraron hasta la esquelética alma protegida,
cobijada por el acopio de
mis pellejos arrugados,
por los plegados por los años,
convertidos hoy, en los desechos del cuerpo de antaño.

Entiendo de los sentimientos frustrados,
de las apuestas malditas,
de la vida entregada de minuto a minuto,
de cada paso inseguro,
de dudas ocupadas, repleta.
Pero entiendo que por inculta en las lindes del camino,
en el de mi vida,
fallé en cada paso inestable, ante el  recorrido tortuoso e incierto.

Y olvidados quedaron mis pasos,
porque se olvidaron ¡qué sí!,
que ya existieron en algún momento del antes,
y si fue así ¿porqué ni un atisbo de su doctorado
al comenzar, recomenzando  de nuevo???
¿Se obviaron, o se perdieron los prospectos indicativos?,
entonces reemprendo el aprendizaje,
a palos, a trancazos, a latigazos.

Y mi caminar se hizo lento,
¡demasiadas trabas!, ¡demasiadas piedras que dificultaron mis pasos!
y mi derrota se hizo evidente,
y descubrí otra vida, la otra, la anterior de la antesala de ésta.
Por eso el deseo,
por eso la urgencia de desaparecer en la bruma, ser ceniza del fuego,
para dejar de ser, 
y llegar a ser la disipada,
la olvidada, la errante….


sábado, 2 de noviembre de 2013

Sólo coincidencias…


Satán und Tod, von der Sünde getrennt (1802)
De Johann Heinrrich Fuessli



Ideas, imágenes, pensamientos…,
ésas que gravitan en el espacio
respetando las distancias,
desplazándose como cuerpos celestes,
sin interceptarse,
manteniendo el orden, la linealidad perfecta…

¿Por qué el soplo de brisa organizó el desconcierto?
¿Por qué  se filtró el huracán organizando el caos,
provocando la anarquía en la gravitación rotunda y manifiesta?

Ya el enredo fomentó deslices, contratiempos,
en las ideas,
en las imágenes,
en los sentimientos…

Ya los unos interceptaron a los otros,
ya los otros se encontraron en el desconcierto,
ya, sin percibirlo recrearon la perfección entre el revuelo,
ya se unieron sin quererlo en el caos del embrollo.

Y establecieron sus normas,
sus reglas.
Ya se impusieron creando la simbiosis de los pensamientos,
de las ideas,
de los sentimientos….

Y se correspondieron, de dos en dos,
de par en par,
en el binomio magistral de afinidades repletas…

Ya pasaron a  gravitar de nuevo,
pero unidos en el caos del desconcierto,
recreando coincidencias, de dos en dos,
de par en par…
En la nueva gravitación, en la perfecta…








lunes, 28 de octubre de 2013

Tormenta en el alma…


Rough Sea with Wreckage
De J.M.W. Turner (1775-1851)



La suave brisa me impregnó el alma con deleites de cortejos,
casi sin alborotos, sin turbulencias de sensaciones,
en mi mar de calma,
en las olas, del sosiego..
en el cielo grisáceo de mi mundo,
en el letargo de mi serenidad acomodada.
Y  aquella suave brisa, traspasó los límites de mi tino,
sin sobresaltos,
sin desatinos.
No incitó la alerta en mis sesos,
ni espoleó la perturbación en mi mesura.

Pero ¿qué sucedió entonces?,
¿quién fue el que azuzó a la brisa?
¿fue culpable tu mirada?
ésa que se alió con la placidez,
ésa que pacto con el diablo,
ésa que me hizo zozobrar en el vendaval  de pasiones
y me hizo enajenar ante el halo de tu requiebro.

Y,
ésa  mirada,
la tuya,
le murmuró a la mía como caricia dulce,
como en un suave soplo,
con la calidez de la mañana,
inundado los recovecos,
cautivando cada mesura de mis entrañas.

¿Qué hacer..,
ante la fuerza atronadora  que  invirtieron los sosiegos?
¡Qué hacer,
si por desprevenida, enredaron la armonía?,
y agitaron mi mar en calma…

…Y los segundos, y los minutos, y los días….,
aumentaron la intensidad del desconcierto…
veloces, febriles,
 como con prisas.

Y ahondaron aún más profundo,
y socavaron cada  escondrijo del alma,
e interceptaron los sonidos nítidos de la mañana,
y se impusieron al suave murmullo de la brisa.

¡Ahora el lamento de mi alma malherida!
El penar por confiar,
aferrándome con  fuerza a tus lisonjas,
¿Por qué,
ahora el requiebro de tu risa?
ese que se jacta de su huida, porque era del todo ficticia.
¿Por qué desmantelaron mi juicio?,
sin treguas, sin reposo ni esperanzas.

Ahora el lamento encamina mis acordes en las letras,
ahora me desahogo en  la palabra.
¡Qué se vuelve antojadiza!
¡qué describen sobre el papel
sortilegios de arrebato!,
Ya se respalda con los deseos protegidos,
ya ceden a cada galanteo del vendaval,
propiciado  por tus gestos,
 y enmarañan las palabras esparcidas en el blanco
en el inmaculado de la página..
¡Ya me resisto!,
¡ya los hilos manejan mis manifiestos!!!
¡¡¡ya la tempestad se apoderó de la calma!!!
¡ya naufragué, y me perdí en el fondo del tumulto,
en los mares de la perturbación y el desconcierto,
porque el vendaval intensificó su fuerza.
De repente,
 aumentó su ferocidad en el apetito plagiado por el  deseo.
Y ya del todo me rindo.
Ya del todo confiscaron mis entrañas.
Ya cedí al tabernáculo de la voluntad por las pasiones maltrechas.
Ya el triste vendaval  se convirtió en huracán, e invadieron cada escondrijo
cada fisura secreta de mi alma.

Y  lo plasmo con el  negro de la tinta,
por siempre marcadas,
en el blanco del impuro
y mugriento, del que fuera blanco,
del  blanco de mis páginas desorientadas…