lunes, 28 de octubre de 2013

Tormenta en el alma…


Rough Sea with Wreckage
De J.M.W. Turner (1775-1851)



La suave brisa me impregnó el alma con deleites de cortejos,
casi sin alborotos, sin turbulencias de sensaciones,
en mi mar de calma,
en las olas, del sosiego..
en el cielo grisáceo de mi mundo,
en el letargo de mi serenidad acomodada.
Y  aquella suave brisa, traspasó los límites de mi tino,
sin sobresaltos,
sin desatinos.
No incitó la alerta en mis sesos,
ni espoleó la perturbación en mi mesura.

Pero ¿qué sucedió entonces?,
¿quién fue el que azuzó a la brisa?
¿fue culpable tu mirada?
ésa que se alió con la placidez,
ésa que pacto con el diablo,
ésa que me hizo zozobrar en el vendaval  de pasiones
y me hizo enajenar ante el halo de tu requiebro.

Y,
ésa  mirada,
la tuya,
le murmuró a la mía como caricia dulce,
como en un suave soplo,
con la calidez de la mañana,
inundado los recovecos,
cautivando cada mesura de mis entrañas.

¿Qué hacer..,
ante la fuerza atronadora  que  invirtieron los sosiegos?
¡Qué hacer,
si por desprevenida, enredaron la armonía?,
y agitaron mi mar en calma…

…Y los segundos, y los minutos, y los días….,
aumentaron la intensidad del desconcierto…
veloces, febriles,
 como con prisas.

Y ahondaron aún más profundo,
y socavaron cada  escondrijo del alma,
e interceptaron los sonidos nítidos de la mañana,
y se impusieron al suave murmullo de la brisa.

¡Ahora el lamento de mi alma malherida!
El penar por confiar,
aferrándome con  fuerza a tus lisonjas,
¿Por qué,
ahora el requiebro de tu risa?
ese que se jacta de su huida, porque era del todo ficticia.
¿Por qué desmantelaron mi juicio?,
sin treguas, sin reposo ni esperanzas.

Ahora el lamento encamina mis acordes en las letras,
ahora me desahogo en  la palabra.
¡Qué se vuelve antojadiza!
¡qué describen sobre el papel
sortilegios de arrebato!,
Ya se respalda con los deseos protegidos,
ya ceden a cada galanteo del vendaval,
propiciado  por tus gestos,
 y enmarañan las palabras esparcidas en el blanco
en el inmaculado de la página..
¡Ya me resisto!,
¡ya los hilos manejan mis manifiestos!!!
¡¡¡ya la tempestad se apoderó de la calma!!!
¡ya naufragué, y me perdí en el fondo del tumulto,
en los mares de la perturbación y el desconcierto,
porque el vendaval intensificó su fuerza.
De repente,
 aumentó su ferocidad en el apetito plagiado por el  deseo.
Y ya del todo me rindo.
Ya del todo confiscaron mis entrañas.
Ya cedí al tabernáculo de la voluntad por las pasiones maltrechas.
Ya el triste vendaval  se convirtió en huracán, e invadieron cada escondrijo
cada fisura secreta de mi alma.

Y  lo plasmo con el  negro de la tinta,
por siempre marcadas,
en el blanco del impuro
y mugriento, del que fuera blanco,
del  blanco de mis páginas desorientadas…



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