domingo, 23 de junio de 2013

Qué casi muerto, vivo…


Girl  With a BooK (detalle)- De Pietro Rotari (1750-62)


¡Qué sucedió, aún me pregunto,
si la calma de mi marchito cuerpo
cambio el descanso, el letargo por el florecimiento!
¡Qué hacer si el marchito no brotó en lo visible!
¡Qué hacer cuando el marchito retoñó en lo desahuciado de mi cuerpo!

La soledad imperaba en el territorio marcado de melancolía
asimilando el aislamiento del alma,
la que va por un lado,
la que no envejece porque no se convence del tiempo pasado.
Y del otro lo añejo, la decrepitud de lo rancio del cuerpo,
el de su esqueleto, el de sus fibras casi malolientes de corrompidas.

¡Qué hacer si el minúsculo rayo invadió la retina endurecida, casi fosilizada!
¡Qué hacer con el culpable,
el que iluminó hasta el fondo del fondo del interior de lo tétrico,
el  causante del trastorno por la ansiedad resurgida!

Y aparece el sufrimiento,
y reaparece la desazón, las ansias que renuevan lo visible, lo externo.
¡Qué hacer si tu mirada, ese simple rayo de vida
interceptó la mía sin mi consentimiento!,
que por  desprevenida quedó apresada,
eternamente cautivado quedó lo externo,
ahondando, socavando como túnel del tiempo!

¡Chiquilla, qué ahora trepa a mis labios tu sonrisa!
¡Chiquilla, qué ahora tus palabras me apuñalan lo entumecido del cuerpo!
¡Dios!, ya mis ganas aletargadas se postraron a tus encantos
de domadora, ya cedo,
ya me hundo y sucumbo a tu cortejo,
y siento, y me estremezco, y  rozo el deliro
y recuerdan mis interiores, y mi corazón suscribe
qué  ya fueron comedia,  parodias todos  los sinnúmeros  vividos,
en el ocaso del tiempo pasado,
de los compartidos con los  sinnúmeros de cuerpos,
donde amé hasta la locura
siendo locura disfrazada de exaltaciones por lo excitante del verbo.

¡Chiquilla de ojos negros qué has hecho,
qué ya me someto al  pequeño rayo interceptado!
¡Qué renazco sin renacer!,
¡qué casi muerto, vivo!
¡Qué casi muerto, siento hasta la locura
infringiendo las normas de lo prohibido,
traspasando el orden natural establecido
que recuerda  mis horas de asueto ya expiradas,
porque son pocas las que restan del total ya predispuesto!

¡Qué eres chiquilla de ojos bellos,
de misterios en la mirada,
de color negro de carbón negro!
¡Qué no es mi momento!
¡Qué ya soy ocaso en el invierno del tiempo!



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