martes, 25 de junio de 2013

Las tres gracias…


Las tres Gracias
De Peter Paul Rubens (1636-1639)


Las tres gracias…
A mi alrededor, las tres postulantes a diosas,
Musas del Olimpo, me abruman,
pululan con sus danzas rituales,
con sus voluptuosos movimientos
en el vergel de los bailes.

Ya me obsequian sus encantos,
otorgándome la alegría, la elocuencia,
el don de la sabiduría.
Aunque  apabullan mi mesura,
y perturban mi mente trastornada,
confundiendo mi alma mentecata.

Porque son tres las Musas que forman el séquito,
son tres ¡qué me martirizan!,
porque andan metiéndome en líos,
instaurando el desconcierto en mi arte,
provocando el incesto entre mis colores,
violentando cada una  de mis palabras,
enejando el sexo de mi intelecto.

Porque soy de una sola,
de una Musa sola soy creyente,
de una sola, devoto y  practicante.

Ya,  las tres gravitan,
pendiendo  de los hilos de mis caricias,
cuando éstas tienen una sola,
una sola de las dueñas,
pero insisten en mi mente enloquecida.
Ya me abruman,
me subyugan, se arrebujan,
y se desnudan, 
descubriendo sus cuerpos perfectos
de curvas insinuantes, vestidas de sensualidad,
envueltas en piel lozana, lisonjera,
dulzor del exquisito bocado.

Porque son tres, son las tres gracias,
la una, postulante a diosa de la belleza,
de la hermosura,
placer de dioses sucumbir a esa diosa.

La otra, postulante a diosa del embrujo,
del hechizo,
del regodeo del placer,
fascinante,
que arrebata mis pasiones, las del alma.

La tercera, la diosa del contento,
de la jovialidad,
la de alegría toda plena, resaltando voluptuosidades
apetitosas por el placer de la algarabía.

Ya la danza obscena  precipita mis deseos
en el Olimpo de los dioses, 
las vanidosas Diosas de lo placentero, 
me agitan lo recóndito impenetrable del cuerpo,
y  ¡hasta lo placentero del alma!!!…

Ya resisten mis deseos.
¡Sólo hay una!
¡Sólo una es mi guía, mi pendón, mi estandarte!
¡Sólo ante una postro mi inspiración por el arte!
¡Me es fiel, yo su devoto y le debo pleitesía!

Y prosiguen su danza maléfica, y me rodean y me ciñen.
Y el desespero llanto de la una,
me desata la sensatez de lo insobornable.
Y no cedo, casi deshaciéndome,
en lo dulce de sus cuerpos,
del embrujo de sus risas,
del hechizo de sus cabellos de viento.

Y por fin, me desahogo de ellas.
Y por fin, grito inconexas palabras al aire,
y lanzo mi grito al cielo,
para que llegue y se atienda, en el Olimpo, el de los dioses!

¡Diosas perfectas poseedoras de las tres gracias!
¡Perfectas las tres, cada una de las gracias!
¡Dejadme las perversiones de la fidelidad a la una,
a mi Musa,
a ella sola!!!
¡Seguid danzando en el Olimpo,
en el de los dioses, en el perfecto!!!
¡Dejadme en el incompleto,
el de ser fiel a una,
a mi Musa,
a ella sola,
a ésa, la única inspiración de mi arte!!!



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