jueves, 13 de septiembre de 2012

¡La gran sinfonía de la vida!



        El ensayo comienza, la orquesta está preparada, el director, esta vez, no hará uso de su batuta, piensa que con sus manos logrará imprimir el carácter y la expresión exigida por el autor de la obra musical, de la solemne obra de la vida. Serán sus manos las encargadas de indicar los pulsos de  los compas, el tempo, las entradas de los diferentes instrumentos y juntos serán capaces de transmitir esos sentimientos tan profundos, como el dolor, la tristeza, la desolación, la felicidad, la euforia, el amor.

     La solemne obra de la vida se caracterizará por su misterio, por su belleza, ella llevará impresa la ambivalencia de la vida, la yuxtaposición caótica de acontecimientos, el análisis de conciencias discordantes, la oposición de la maldad sobre la bondad.

     La gran sinfonía de la vida se desarrollará en cinco movimientos diferenciados entre sí, el autor, en este caso el destino, tenía la intención de conseguir una obra perfecta, repleta de esos vaivenes que sufre el ser humano en ese recorrido, el que dura toda su existencia, en la vida; y aumenta el quinto movimiento para expresar un final que aún está por perfilar, aún no está pulido, habrá que esperar. Esos cinco tiempos tendrán una intensidad dramática que se prolongarán desde los arrebatadores scherzos hasta los arrasadores adagios.

     Los músicos ya están preparados, quieren lograr la sinfonía perfecta, las cuatro familias de instrumentos aúnan sus esfuerzos, no tocaran todos a la vez, hay momentos en el que algunos permanecerán en silencio, unos participaran de la obra en su totalidad, otros verán mermadas sus actuaciones a meras intervenciones, que aparentando pasar desapercibidas, si influirán, decididamente, en el resultado final.

     El director exige, guía, interpreta la obra, sus movimientos fluyen, e inesperadamente algo falla, aquel violín entró antes de tiempo, la flauta emitió un sonido discordante, y de nuevo vuelta a empezar, ¡ahora todo parece ir bien!, pero hay que estar preparados porque de nuevo surgen todo tipo de complicaciones, estas se suceden durante el ensayo de la obra, durante el ensayo de la vida, pero nadie se da por vencido, y extenuados, intentan conseguir el sonido perfecto, la expresión armónica de la gran obra, aunque surgen dudas, todo se convierte en una gran incógnita, en un gran misterio, todavía queda el ensayo final, y después la espera, la interminable espera de la representación ante el gran público, ese que será el implacable juez.

     Y ya ha llegado el momento, el director se abandona, implora el apoyo de los dioses, se santigua tres veces seguidas antes de presentarse al gran público, no quiere fallar, pero hasta el último momentos, solo será lo que el destino prevea que fuere, ya no depende de ningún integrante de la orquesta, aún todo está por......

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