viernes, 7 de septiembre de 2012

“La despedida”



     ¿Aún sientes miedo?, no debes tenerlo amada mía, ¡cógete de mi mano!, así quiero permanecer mientras esté aquí, así quiero partir a ese lugar, ¡pero no debes sufrir porque yo nunca te abandonaré!, la distancia jamás existió entre los dos, ni las tempestades, ni el caos lograron separarnos, porque ¡querida mía!, nuestras almas ya estaban unidas mucho antes de conocernos, y confía en mí, aún seguirán abrazadas en la inmensidad de lo eterno, de lo infinito, de lo inmortal, del amor.
     ¡No llores amada mía!, ¡no llores!, aunque yo alce primero el vuelo, nunca abandonaré tu morada. Te esperaré ya libre de cargas y de tormentos, en aquel lugar del que partimos, donde ya no habrá lágrimas ni desconsuelos. ¡Déjame partir!, llegó mi hora. Pero no te aflijas, no sufras, aunque ya no esté contigo, y tu piel no sienta el roce de la mía, ni tus labios el ardor de mis besos; mi alma te seguirá donde vayas, te seguirá cobijando, mi corazón seguirá contigo, amándote como siempre, queriéndote como siempre. Y después, cuando tu vengas, ya no habrá separación posible, nuestras almas serán una pura fusión, una pura esencia de amor indivisible.


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