domingo, 9 de septiembre de 2012

¡La decisión! (II parte)




…………Alexandre y su amiga estaban en el último año de prácticas realizando la especialización de  traumatología. Esa misma tarde Alexandre fue a la casa, que le encantó, y rápidamente se acomodó en la habitación vacía. Desde ese momento la vida de Sofía iba a cambiar completamente, desde ese momento habría un antes y un después, su vida quedó atrapada, pero eso no lo supo hasta varios meses después.
Su amiga tenía toda la razón, Alexandre era un ser encantador, era francés aunque se vino  a España para estudiar medicina, se manejaba muy bien con nuestro idioma, los veranos cooperaba con una ONG, y su objetivo era terminar la carrera y entregarse totalmente a la ayuda de esas personas despojadas de todo, sin medios para subsistir en este mundo que no cuenta con ellos, no existen, son la nada más absoluta, un estorbo y a veces una justificación para aplacar las conciencias de los poderosos, pero tan solo por unos momentos, al final todos se olvidan, y ellos siguen ahí, muriendo de hambre, conviviendo con el dolor  como compañero de viaje, de este viaje que realizamos por este cruel mundo y sin esperanza alguna. Alexandre estaba tan concienciado, que sentía un gran débito con estas personas, y ya lo tenía organizado, al año siguiente se iría como cooperante para poner sus conocimientos al servicio de ellos.
Desde el minuto cero Sofía se enamoró perdidamente de él, era el arquetipo de hombre con el que jamás soñó  que pudiera encontrase, pero era consciente que Alexandre era inalcanzable, el era mayor y a ella la veía como la pequeñaja, así que con mucha resignación aceptó el papel que le tocaba en esta historia, la de conformarse con ser su amiga, y desde el primer momento se estableció entre ellos cierta complicidad, tenían las mismas  inquietudes, les unía los mismos valores sociales, el modo de entender la vida, ¡en fin!,  se llevaban horas y horas hablando, hasta que su compañera los tenía que mandar a callar porque al día siguiente había que levantarse temprano.
Y así pasaron los primeros meses. Pero después de las vacaciones de Navidad y los tres retomaron la normalidad en sus vidas, ocurrió que un fin de semana su compañera, se fue con un grupo de amigos, de acampada, Sofía pensaba que le tocaba quedarse sola porque Alexandre, como todos los fines de semana, se iba a la casa de algún amigo y no aparecía hasta el lunes.
-¡Hola mon petite!
-¡Hola!, pensaba que ya te habrías marchado-, le contestó Sofía a Alexandre, muy sorprendida, creyó que ya se habría marchado.
-No, hoy he pensado que como tú te ibas a quedar sola, pues podríamos preparar un fin de semana especial para los dos.
-¿Entonces no te vas?
-No, me queda muy poco tiempo para disfrutar de tu compañía, y, bueno, si no tienes otros planes, ¿qué te parece si nos ponemos un chándal y nos damos un paseo por la playa?, luego podemos comprar comida en un chino, alquilamos películas, y nos pasamos el día en casa, atiborrándonos de porquerías.
-¿Podemos comprar pasteles para la merienda?
-Perfecto, así que prepárate que nos vamos.
-Enseguida estoy lista, me ducho, arreglo mi cuarto y salimos.
Sofía no cabía en sí de gozo, no se lo podía creer. No quería desaprovechar ni un minuto, y en un periquete estuvo  lista, Alexandre ya estaba esperándola en el comedor.
-Guau, ¡estas preciosa mon petite!, ¿Qué te has hecho?
-¡Ah!, lo dices por el pelo, es que siempre lo llevo recogido con el coletero, es mucho más cómodo y rápido, solo me lo dejo suelto en momentos especiales, como este-, contestó Sofía riéndose
-Nunca me habría imaginado la belleza de tu pelo, me has dejado asombrado, realmente estás preciosa.
-Vale, eso significa que nunca te has fijado en mí, y has pasado del aspecto que tengo; fíjate los piropos que me has hecho, simplemente por quitarme el coletero. Si me vieras vestida y arregladita para ir de fiesta, entonces qué me dirías.
-Te diría que eres la mujer más bella que haya visto en mi vida-, Sofía volvió a reírse, pero esta vez a carcajadas, sabía que Alexandre estaba de broma y no le hizo demasiado caso.
Los dos salieron del apartamento y tres horas después estaban de vuelta, llegaban  hablando por los codos y cargados con una bolsa llena de comida china, una bandeja de pasteles, y cinco películas, se acomodaron en el sofá y empezaron a comer, Sofía no paraba quieta ni un momento,
-Sofía come que se enfría la comida, deja de hablar que no paras.
Cuando terminaron de comer Sofía preparó café y colocó la bandeja de pasteles encima de la mesa,
-¡Tengo unas ganas de comerme ese merengue!, es que a mí los merengues me encantan, son deliciosos-, y Sofía cogió el merengue y le dio un bocado, pero claro como pasa siempre con los merengues, sus labios se le quedaron impregnados de esa glasa blanca tan dulce y apetecible, pero de repente unos labios que no eran los suyos se relamían de satisfacción, eran los de Alexandre,
-¡Oh!, si, está delicioso-, Y Sofía se dejó llevar, las películas se quedaron, en la mesa, sin salir de su caja, ese fin de semana descansaron, no tuvieron que someterse a los giros interminables de ningún aparato, ese fin de semana nadie les iba a prestar la menor atención, porque los protagonistas de ese fin de semana no iban a ser ellas, habían sido desbancadas por una pasión incontrolada que había surgido entre dos personas, donde la razón no atiende a razones, donde la voluntad deja de tener poderes, donde te adentras en los abismos del placer, sucumbiendo a ellos, dejándote llevar, sin tener prisa por regresar a la realidad.
Desde aquel día Alexandre dormía todas las noches en la cama de Sofía, y durante el resto del tiempo se establecía la normalidad más absoluta, nunca hablaban de lo que habían sentido la noche anterior, en su vocabulario jamás existió un “te quiero”,  ni “te amo”, solo un “me vuelves loco”, que Alexandre dejaba escapar de sus labios cuando estaban entregados, en ese tránsito entre el delirio y la locura, y que para Sofía era más que suficiente,  no aspiraba a nada más.
Al  llegar el mes de mayo, en el pequeño apartamento todo era un puro revuelo;  Alexandre estaba ultimando los detalles de su viaje, en julio saldría con un grupo de cooperantes hacia el centro de África, pero antes iba a pasar unos días con sus padres en Francia; su amiga también estaba muy nerviosa, tenía prisa por terminar para volver a su ciudad, su padre le había conseguido un contrato en una clínica privada, y Sofía andaba preocupada, no se encontraba bien, esas fatigas de la mañana la dejaban trastornadas para todo el día, pero ella no contó nada, bastante tenían los dos con sus problemas como para aumentarles una preocupación más,
-Tengo que ir al médico, mañana sin falta pido cita-, se dijo para sí.
El día siguiente marcó su vida definitivamente, el médico le aconsejó que se hiciera un test de embarazo, o que llevara a analizar la orina. Ella se decanto por el “Predictor” que la sacó de dudas rápidamente, estaba embarazada. Sofía supo de inmediato que no debía contárselo a Alexandre, no tenía ningún derecho a cargarle con un peso más de los muchos con los que iba a tener de ahora en adelante, la labor que iba a emprender era mucha responsabilidad y a lo mejor la idea de ser padre lo podría echar todo por tierra. No, no de ningún modo le haría ese chantaje, Alexandre no se lo merecía.
Y por fin tuvieron que despedirse, cada uno partía para un sitio distinto, seguramente no se volverían a ver y no hubo lágrimas, ni un asomo de tristeza, tan sólo unos besos y un simple:
-Ha sido un placer conoceros,
- Igualmente,
-Quizás nos volvamos a ver, ¿quién sabe?
Ahora a Sofía le quedaba un duro trago que pasar, y era contárselo a sus padres, pero estos respondieron a su hija como unos padres generosos, la cuidaron, cuidaron de su bebé para que ella pudiera termina sus estudios, y cuando logró aprobar las oposiciones y obtuvo una plaza en el Hospital de su ciudad, decidió que ya era hora de tomar las riendas, y se fue a vivir sola, aunque los abuelos iban muy temprano a la casa, le llevaban el niño, primero a la guardería, y después al colegio y así pasaron los años; luego le tocó a ella acercarse a casa de sus padres para ayudarles, no quería que les faltara de nada, le llevaba a Alejandro todos los días, ¡le debían tanto!; pero se fueron a otro lugar, a ese del que ya nunca se vuelve………..

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