miércoles, 12 de junio de 2013

A la Indiferencia…

Mystic (scene)
De Henri-Jean Guillaume Martin (1895)




Invencible su contenido,
preciso su envoltorio,
de mirada helada,
fría,
casi frígida de helada.

¡Ella, 
la que acalla las voces de los arrogantes!
¡Ella, 
qué aniquila esqueletos ofreciendo la espalda!

La  que destruye de un soplo
a los figurantes de palabras,
a los parlanchines de disenterías,
a los románticos de cursi abolengo,
a los tristes de lamentos llenos,
a los majaderos de dicciones obstinadas,
a las voces de la noche,
al griterío de la mañana.

Porque hace honor a su nombre
porque su esencia es la mismísima ausencia,
porque de contenido carece.
porque no lo necesita,
porque ostenta el cetro de su convenida arrogancia

Ésa,
la que carece de argumentos
porque de no tenerlos se trata.

Ésa,
la de la mirada fría, casi gélida, 
casi helada.

Ésa,
la que su poderío la ampara
reemplazando las palabras.

Ésa,
la que el silencio la avala
porque el silencio es su argumento,
el simple, el elemental 
el antónimo del verbo.

Ésa,
la Indiferencia
simplemente, expresamente
de ella se trata.


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