La
Mort de la fiancée d´Hasanaga (1899)
De Alfons Mucha
Pobre
el cansado, desfallecido,
el
del aliento perdido,
de las ganas dilapidadas,
de las ganas dilapidadas,
de
la decrepitud de la materia viva,
de la dejadez de su hechura.
de la dejadez de su hechura.
Ya el
cansado, postrado,
descansa abatido sin fuerzas.
descansa abatido sin fuerzas.
Su
cuerpo marchito, casi frio,
casi helado,
casi helado,
ése,
el del humano.
El Alma
viva, corretea alrededor suyo,
pero
su ocaso no le sigue,
no puede con el esfuerzo,
no puede con el esfuerzo,
ella
es joven, de pureza blanca,
de brillos de fantasía,
de brillos de fantasía,
de
proyectos del mañana.
Yo
le observo de rodillas,
postrado a los pies de su aposento,
postrado a los pies de su aposento,
siendo
testigo de la llegada, de la partida,
del tránsito preestablecido que sería a la hora
exacta.
¡Ya llega
la Parca!
¡llega con su afilada guadaña!
¡llega con su afilada guadaña!
El brillo
de su cuchilla afilada,
contrastando con el riguroso negro,
contrastando con el riguroso negro,
el del
luto de la encapuchada Parca.
Penetró
sigilosa, celosa de su intimidad,
protegida de miradas,
protegida de miradas,
sólo
venía por el Uno, que no opuso resistencia alguna,
el
del cuerpo marchito,
el
abandonado del tiempo.
Yo fui
declarante de su partida,
del halo que iluminó su aspecto,
del halo que iluminó su aspecto,
de
la entrega del último aliento de vida,
de
cómo embuchó su vida,
la Parca con su Santa Compañía.
la Parca con su Santa Compañía.
Pero
también vi, ¡fui el testigo de ello!,
al Alma
volando lejos,
¡la vi como se apartaba!
¡la vi como se apartaba!
¡fui
espectador de su huida!,
¡dé como se quedo la Parca!,
¡dé como se quedo la Parca!,
solo
a medias satisfecha,
solo a medias convencida,
solo a medias convencida,
no
pudiendo arrebatar aquello,
lo
que no le correspondía.
Ella
la reina de la descomposición,
de la putrefacción de la ponzoña,
de la putrefacción de la ponzoña,
partió
envenenada, insatisfecha,
porque el Alma huyó lejos,
porque el Alma huyó lejos,
sin
temer a la guadaña, ni a la Santa Compaña,
porque
ésta, ¡por fin era libre!,
y voló hasta la cima,
y voló hasta la cima,
a lo
elevado del monte,
a lo
glorificado del cielo.
Y yo
fui testigo mudo,
y yo fui testigo cierto,
de
la partida, de la huida,
de
la llegada de la Parca
con su esquelética guadaña,
con su esquelética guadaña,
la que cargó con lo humano, la que cargó con
lo muerto,
la que falló con lo etéreo, lo sublime,
de lo sagrado no contaminado,
ni corrompido,
ni corrompido,
lo perfecto…
Precioso, sigue así.....
ResponderEliminarGracias Lon..., todo un honor viniendo de ti.
ResponderEliminarhttp://www.godecookery.com/macabre/dalpha/dalpha.htm
ResponderEliminarGracias "Anónimo", por el enlace que me envías, es el complemento perfecto a estos "renglones cortos"....
ResponderEliminarSaludos!!!