Como
el viejo árbol herido en sus ramas,
de
secas, desahuciadas…
De
costra por corteza,
de
añejas, rancias,
casi vaciadas de savia,
casi vaciadas de savia,
casi
momias del esperpento,
del
todo inanimadas.
Como
la noche de negro entumecida de luto.
Como
el velero sin velas al viento,
sin apenas soplo que le asista.
sin apenas soplo que le asista.
Como
el silencio en el caos,
deseoso
de imperar en la anarquía del desconcierto,
o
el bullicio abrirse hueco entre el vacío de la sordina.
Así razono cuando la cordura regresa
recordándome
tu indiferencia.
¡El que no me sientes, el que no me aguardas!
¡El que no soy la farsante que te robó el
alma,
ni que por mí desvarías!,
ni que
desato tus sesos,
¡estremeciendo, uno a uno,
los retales de tu entraña!
Ya le robó la cordura un instante al minuto
del tiempo,
sólo
el minúsculo espacio,
ése
que resta entre mi deseo y mi locura,
sólo,
ése instante donde pende mi cordura.
Y
ya me adentro en lo amargo,
en el desaliento atroz de la mesura.
en el desaliento atroz de la mesura.
Y
allí,
en
ese lugar que ocupa,
recupero la sensatez y el juicio,
recupero la sensatez y el juicio,
recuperando
a la vez el sufrimiento,
el
desengaño,
el
de saber que no me razonas,
que
no sucumbes ante mis llamadas,
¡qué
no deseas ni un instante de mis sueños!,
esos
que se llevará el viento,
aterrizando en el espacio,
aterrizando en el espacio,
en
ese minúsculo espacio que me quedó de cordura.
Entonces,
percibo realidades del dolor y daño.
Entonces,
el peso del caudal me arrastra a la cloaca del
desengaño.
Entonces,
solo
entonces,
recupero
la sensatez de lo indeseable que carece de deseos,
ese
instante del minúsculo minuto,
ése
que resucita al recobrar la sensatez
perdida.
¡Ya me agito, me volteo,
invirtiendo la posición mi juicio!
invirtiendo la posición mi juicio!
¡Ya el relevo toca a muertos!
¡Ya la razón se disuelve!
Y
se camufla en el leve instante,
en
el triste equilibrio de la prudencia.
Y
de nuevo renazco a la insensatez, al desatino,
a
la locura manifiesta,
esa
que abarca desde el todo hasta la nada,
¡suspendiéndose!
tan
solo,
en
el leve minuto del tiempo donde se impone mi cordura,
cuando
la realidad se me impone
al
deseo de saber,
¡qué
algún día serás mío!!!
Y
de nuevo retomo mi tranquilidad enajenada,
Y
de nuevo recupero a mis sueños delirantes.
Y
me fundo en el cobijo de sus brazos.
¡Qué
me acurrucan!,
¡qué
me susurran!
¡Te anhela!!!
¡Te ansía!!!
¡Te ama!!!
Ya
retorno a mis entornos,
y me deshago del instante perverso.
y me deshago del instante perverso.
Ése,
que
anda revolviéndome el juicio.
Ése,
el
de la cordura,
a
la renunciada por no deseada...
Ya
¡por fin!, retoma el espacio mi delirio,
Ya me deshago del instante,
del
minúsculo minuto que le restan a mi triste locura,
¡Ya se diluye el instante de esa cordura,
que alberga a la realidad siniestra!!!
Porque quiero vivir,
y
solo vivo, en el espacio del desvarío,
del
absurdo
y
el disparate manifiesto!!!!
Precioso y triste poema!!!
ResponderEliminarGracias Angustias por todos los bellos poemas que escribes.
Mil gracias a ti por leerlos!!!
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