Dos personas fraguan un
plan, se quieren pero su amor es un sueño irrealizable, ambos comparten su vida
con otra persona pero necesitan comunicarse, saber que están ahí; sus mentes desequilibradas
no quieren opciones, no buscan más allá que un vinculo inmaterial, incorpóreo, solo
quieren la ternura de unas palabras, imaginar sus almas fundidas, reflejadas en
el espejo de lo eterno, de lo inmortal; sueñan con desaparecer para reencontrarse,
pero mientras llega ese momento se mantendrán unidos por mensajes cómplices,
pequeñas cartas de amor que solo ellos entienden, se los enviaran mediante una
red social camuflados perfectamente bajo nombres en clave, eso les hará pasar inadvertidos entre la multitud, nadie imaginará
el destinatario de sus escritos de amor, Juan cuelga un mensaje:
-¡Un cielo, el espacio,
la risa, el llanto, el dolor y la esperanza, todo eso eres tú!, dice un poema
muy bonito que leí anoche.
María responde:
-No existe sueño sin
dolor, ni risa sin llanto, pero si existe la esperanza, ¡quizás en otro espacio,
en otro tiempo!, entonces dos almas se unirán en una sola, ya no habrá
sacrificios, solo triunfara el amor.
Y día tras días Juan y
María dan rienda suelta a sus sentimientos, son conscientes que ahora no es su
momento, no tienen derecho, provocarían demasiado daño, pero ellos se
mantendrán fieles a ese amor que les une, en ese universo tan maravilloso que
es el amor soñado, el irrealizable, donde solo se mantiene a base de palabras
cómplices, donde la pasión incontenible perdurará en el tiempo, traspasando la
barrera del más allá.
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