…………Alexandre y su amiga estaban en el último año de
prácticas realizando la especialización de traumatología. Esa misma tarde Alexandre fue a
la casa, que le encantó, y rápidamente se acomodó en la habitación vacía. Desde
ese momento la vida de Sofía iba a cambiar completamente, desde ese momento
habría un antes y un después, su vida quedó atrapada, pero eso no lo supo hasta
varios meses después.
Su amiga tenía toda la razón, Alexandre era un ser
encantador, era francés aunque se vino a
España para estudiar medicina, se manejaba muy bien con nuestro idioma, los
veranos cooperaba con una ONG, y su objetivo era terminar la carrera y
entregarse totalmente a la ayuda de esas personas despojadas de todo, sin
medios para subsistir en este mundo que no cuenta con ellos, no existen, son la
nada más absoluta, un estorbo y a veces una justificación para aplacar las
conciencias de los poderosos, pero tan solo por unos momentos, al final todos
se olvidan, y ellos siguen ahí, muriendo de hambre, conviviendo con el dolor como compañero de viaje, de este viaje que
realizamos por este cruel mundo y sin esperanza alguna. Alexandre estaba tan
concienciado, que sentía un gran débito con estas personas, y ya lo tenía
organizado, al año siguiente se iría como cooperante para poner sus
conocimientos al servicio de ellos.
Desde el minuto cero Sofía se enamoró perdidamente
de él, era el arquetipo de hombre con el que jamás soñó que pudiera encontrase, pero era consciente
que Alexandre era inalcanzable, el era mayor y a ella la veía como la
pequeñaja, así que con mucha resignación aceptó el papel que le tocaba en esta
historia, la de conformarse con ser su amiga, y desde el primer momento se
estableció entre ellos cierta complicidad, tenían las mismas inquietudes, les unía los mismos valores
sociales, el modo de entender la vida, ¡en fin!, se llevaban horas y horas hablando, hasta que
su compañera los tenía que mandar a callar porque al día siguiente había que
levantarse temprano.
Y así pasaron los primeros meses. Pero después de
las vacaciones de Navidad y los tres retomaron la normalidad en sus vidas,
ocurrió que un fin de semana su compañera, se fue con un grupo de amigos, de
acampada, Sofía pensaba que le tocaba quedarse sola porque Alexandre, como
todos los fines de semana, se iba a la casa de algún amigo y no aparecía hasta
el lunes.
-¡Hola mon petite!
-¡Hola!, pensaba que ya te habrías marchado-, le
contestó Sofía a Alexandre, muy sorprendida, creyó que ya se habría marchado.
-No, hoy he pensado que como tú te ibas a quedar
sola, pues podríamos preparar un fin de semana especial para los dos.
-¿Entonces no te vas?
-No, me queda muy poco tiempo para disfrutar de tu
compañía, y, bueno, si no tienes otros planes, ¿qué te parece si nos ponemos un
chándal y nos damos un paseo por la playa?, luego podemos comprar comida en un
chino, alquilamos películas, y nos pasamos el día en casa, atiborrándonos de
porquerías.
-¿Podemos comprar pasteles para la merienda?
-Perfecto, así que prepárate que nos vamos.
-Enseguida estoy lista, me ducho, arreglo mi cuarto
y salimos.
Sofía no cabía en sí de gozo, no se lo podía creer.
No quería desaprovechar ni un minuto, y en un periquete estuvo lista, Alexandre ya estaba esperándola en el
comedor.
-Guau, ¡estas preciosa mon petite!, ¿Qué te has
hecho?
-¡Ah!, lo dices por el pelo, es que siempre lo llevo
recogido con el coletero, es mucho más cómodo y rápido, solo me lo dejo suelto
en momentos especiales, como este-, contestó Sofía riéndose
-Nunca me habría imaginado la belleza de tu pelo, me
has dejado asombrado, realmente estás preciosa.
-Vale, eso significa que nunca te has fijado en mí,
y has pasado del aspecto que tengo; fíjate los piropos que me has hecho,
simplemente por quitarme el coletero. Si me vieras vestida y arregladita para
ir de fiesta, entonces qué me dirías.
-Te diría que eres la mujer más bella que haya visto
en mi vida-, Sofía volvió a reírse, pero esta vez a carcajadas, sabía que
Alexandre estaba de broma y no le hizo demasiado caso.
Los dos salieron del apartamento y tres horas
después estaban de vuelta, llegaban hablando por los codos y cargados con una
bolsa llena de comida china, una bandeja de pasteles, y cinco películas, se
acomodaron en el sofá y empezaron a comer, Sofía no paraba quieta ni un
momento,
-Sofía come que se enfría la comida, deja de hablar
que no paras.
Cuando terminaron de comer Sofía preparó café y
colocó la bandeja de pasteles encima de la mesa,
-¡Tengo unas ganas de comerme ese merengue!, es que
a mí los merengues me encantan, son deliciosos-, y Sofía cogió el merengue y le
dio un bocado, pero claro como pasa siempre con los merengues, sus labios se le
quedaron impregnados de esa glasa blanca tan dulce y apetecible, pero de
repente unos labios que no eran los suyos se relamían de satisfacción, eran los
de Alexandre,
-¡Oh!, si, está delicioso-, Y Sofía se dejó llevar, las
películas se quedaron, en la mesa, sin salir de su caja, ese fin de semana
descansaron, no tuvieron que someterse a los giros interminables de ningún
aparato, ese fin de semana nadie les iba a prestar la menor atención, porque
los protagonistas de ese fin de semana no iban a ser ellas, habían sido
desbancadas por una pasión incontrolada que había surgido entre dos personas,
donde la razón no atiende a razones, donde la voluntad deja de tener poderes,
donde te adentras en los abismos del placer, sucumbiendo a ellos, dejándote llevar,
sin tener prisa por regresar a la realidad.
Desde aquel día Alexandre dormía todas las noches en
la cama de Sofía, y durante el resto del tiempo se establecía la normalidad más
absoluta, nunca hablaban de lo que habían sentido la noche anterior, en su
vocabulario jamás existió un “te quiero”,
ni “te amo”, solo un “me vuelves loco”, que Alexandre dejaba escapar de
sus labios cuando estaban entregados, en ese tránsito entre el delirio y la
locura, y que para Sofía era más que suficiente, no aspiraba a nada más.
Al llegar el
mes de mayo, en el pequeño apartamento todo era un puro revuelo; Alexandre estaba ultimando los detalles de su
viaje, en julio saldría con un grupo de cooperantes hacia el centro de África,
pero antes iba a pasar unos días con sus padres en Francia; su amiga también estaba
muy nerviosa, tenía prisa por terminar para volver a su ciudad, su padre le
había conseguido un contrato en una clínica privada, y Sofía andaba preocupada,
no se encontraba bien, esas fatigas de la mañana la dejaban trastornadas para
todo el día, pero ella no contó nada, bastante tenían los dos con sus problemas
como para aumentarles una preocupación más,
-Tengo que ir al médico, mañana sin falta pido
cita-, se dijo para sí.
El día siguiente marcó su vida definitivamente, el
médico le aconsejó que se hiciera un test de embarazo, o que llevara a analizar
la orina. Ella se decanto por el “Predictor” que la sacó de dudas rápidamente, estaba
embarazada. Sofía supo de inmediato que no debía contárselo a Alexandre, no
tenía ningún derecho a cargarle con un peso más de los muchos con los que iba a
tener de ahora en adelante, la labor que iba a emprender era mucha
responsabilidad y a lo mejor la idea de ser padre lo podría echar todo por
tierra. No, no de ningún modo le haría ese chantaje, Alexandre no se lo
merecía.
Y por fin tuvieron que despedirse, cada uno partía
para un sitio distinto, seguramente no se volverían a ver y no hubo lágrimas,
ni un asomo de tristeza, tan sólo unos besos y un simple:
-Ha sido un placer conoceros,
- Igualmente,
-Quizás nos volvamos a ver, ¿quién sabe?
Ahora a Sofía le quedaba un duro trago que pasar, y
era contárselo a sus padres, pero estos respondieron a su hija como unos padres
generosos, la cuidaron, cuidaron de su bebé para que ella pudiera termina sus
estudios, y cuando logró aprobar las oposiciones y obtuvo una plaza en el
Hospital de su ciudad, decidió que ya era hora de tomar las riendas, y se fue a
vivir sola, aunque los abuelos iban muy temprano a la casa, le llevaban el
niño, primero a la guardería, y después al colegio y así pasaron los años;
luego le tocó a ella acercarse a casa de sus padres para ayudarles, no quería
que les faltara de nada, le llevaba a Alejandro todos los días, ¡le debían
tanto!; pero se fueron a otro lugar, a ese del que ya nunca se vuelve………..
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