Retour du bal
De
Henri Gervex (1852-1929)
¡Pobre mi pequeña confundida,
cuando de palabras de amor tratas!
Cuando me ruegas y me interpelas:
-Sólo quiero que me quieras,
tan solo quiero que me ames,
con pasión, con locura, desenfreno.
¡Quiero que me quieras solo a mí,
¡a mí sola!
¡Quiero ser tu sueño, tu atardecer,
tu mañana!
¡Quiero ser tu motivo,
tu porqué,
tu fundamento!,
el fondo y el trasfondo de tu día.
Ser el comienzo de la luz de tu mañana,
tu oscuridad,
tu confusión,
tu cerrazón y tu desvarío.
¡Quiero que no sientas, si no es para sentir conmigo!
¡quiero que solo sufras por mi alejamiento!,
¡quiero ser tu quebranto,
tu dolor,
tu llanto!,
el motivo de tu alegría,
de tu risa de tu canto.
¡Qué no existas si no es conmigo!,
¡qué solo respires si estoy a tu lado!,
¡qué mueras si te dejo algún día!,
porque yo sea tu latir,
tu aliento,
tu mirada...
-¿Todo eso quieres qué te quiera y qué
te ame?,
¡pobre infeliz desventurada!
¡pobre mi gran necesitada!,
que anda confundiendo sentimientos,
desmantelando pilares,
desbaratando los sentidos.
¡Qué convierte lo más bello,
generoso y desprendido!,
lo más sublime y a la vez lo más hermoso,
en nefasto egoísmo,
interesado,
avaro, ruin e impío!
¡Pobre mi pequeña insulsa e ignorante,
cuando de palabras de amor tratas!,
¡Pobre, qué andas relegando la joya
del amor en baratija barata!
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