No soy la amante del sol, ni
de su energía,
ni de sus playas calientes,
ni de su arena que arrasa,
ni de su arena que arrasa,
ni de las olas en calma,
ni de su marejadilla.
No le rindo a ese astro
pleitesía,
¡porque soy la amante de la nieve!,
de la lluvia, del frío, de
la tormenta,
de la llovizna.
De un lugar donde esté instaurado el otoño,
de donde el Invierno sea el patrono,
de los paisajes bucólicos,
de sus páramos,
de sus acantilados,
del misterio de la niebla,
del secreto de la bruma.
del secreto de la bruma.
¡Melancólica!, me llaman,
-¡Imposible
que te guste el Invierno, o que te guste el otoño!
Y yo ni respondo siquiera,
¡tanta vida aguzando el oído!
¡tantos turnos explicándome!
-¡Eso
es la edad, la menopausia!
Y mis adentros sonríen,
¡qué sabrán de los entresijos, ni de las apetencias de mi alma!
¡Qué sabrán de esos fríos
caldeados de picón y alhucema!,
¡qué sabrán, de esos
cristales mágicos,
que dividían en dos la vida!,
de un lado la lluvia, el
frio,
del otro, los dedos de un
infante,
dibujando con sus dedos,
dibujando con sus dedos,
siluetas de fantasía...
¡Y ese vaho, que se alía,
apoyando a esos cristales mágicos!,
ésos que comparten dos
vidas,
por un lado la lluvia, el temporal,
el gélido viento,
la tormenta, el frío,
por el otro, la estancia
caldeada,
la reconfortante estancia
del hogar confortable,
placentero, gozoso...
¡Qué sabrán de su encubierto
trasfondo, ese que nadie conoce!,
porque solo el Invierno se
muestra a su fiel amante,
al que se entrega sin estipulaciones, sin condiciones,
sin cortapisas.
Sólo a ésos que saben contemplar su belleza,
descubriendo la exquisita calidez
en el interior de su envoltorio.
en el interior de su envoltorio.
¡Porque no soy melancólica,
ni de la vejez, ni de la menopausia!,
¡Qué se tratan de mis adentros,
los que conformaron mi alma!,
Desde que me parieron,
desde que la luz me dolió en
los ojos,
desde antes de ser
germinada,
desde mi principio en el
tiempo,
desde entonces ya amaba la
nieve, el frío, la lluvia
y el Invierno.
-¡Eso
que estás deprimida, la edad qué no perdona!
¡No entienden!, ¡no
comprenden!,
¡no me conocen siquiera!
¡Qué soy feliz,
qué soy dichosa!,
siendo la amante fiel,
la del gélido Invierno,
¡hasta de su escarcha por
congelada!
No entienden, que de nostalgia
es lo que padezco,
porque no puedo estar cerca,
porque lejos de mi amante me
hallo,
porque son otros los brazos que me atrapan,
que son los del caluroso
verano.
Pero aún sueño, aún me
ilusiona soñar
con un día no muy lejano,
ése en que me convierta en nieve,
en copo de nieve blanca,
para fundirme luego, en la cristalina gélida
agua.
sa que recorrerá los páramos,
calmando su sed de lágrimas.
calmando su sed de lágrimas.
Para renacer en la yerba,
para penetrar hasta el fondo,
para formar parte de mí
amante,
para derretirme en su esencia,
para recuperar mi sustancia,
para recuperar mi vida.
¡Ésa que me arrebataron sin
yo saber que existía!
Desde que me parieron,
desde que la luz me dolió en
los ojos,
¡justo,
justo, desde aquel día!!!