miércoles, 18 de septiembre de 2013

Sólo aguardo...


Solitude
De Frederic Leighton (1890)



Sólo aguardo  que me mires, en el soplo de mi tiempo,
para que mi tiempo sea el tuyo, 
para que los dos subsistamos en el  mismo tiempo.

Y, espero, anhelo, y ansío,
 en el desván de los sueños,
para que no sean sueños los fantasmas en la noche,
los que cuentan locuras por la pretendida quimera,
la que se instauró en los sueños,
ésos que aguardan en las sombras, de ofuscación por el sueño,
por la instauración del te quiero,
 por la sonrisa que besa,
por la mirada galante,
por el gesto del cortejo.

Y todos los días lo mismo,
la repetición de los gestos persiste,
y te aguardo, te espero, te anhelo,
en ese territorio vacío,
 en el frío de mi otoño, junto a la noche de mi invierno,
cuando en invierno convertí las noches,
cuando en otoño cristalicé  los días.
Todos ésos que se arremolinan, que envuelven cada instantánea de mi vida,
cada soplo del  triste simulacro de mi desvarío,
donde dilato el sueño,
donde espero,
sabiendo de la ausencia de la Espera
porque sé que es vana,  porque ya no hay esperas,
porque éstas aguardan confiadas en el mañana,
o en el pasado del pasado mañana,
y yo sé que no hay mañanas, y deja de carecer  de futuro la Espera.

Y mi nostalgia, y mi morriña, y mi tristeza,
realizan los esfuerzos en la piel del alma,
en la cáscara del  latiente,
en la túnica del anhelo.

Y ya se visten, se disfrazan, se camuflan,
empapándose de melancolía,
ésa que ya desmantela la Espera
¡qué la deja obsoleta y en desdicha!

Y anhelando, la esperanza aguarda,
Y la desesperanza llega, y deja lo anhelado en relegado
y lo aguardado sin espera.
Porque la certeza se abre paso,
porque es cierta, es certera,
el saber que aguardo, sin esperanzas si quiera!!!



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