Publicado en "La Revista de Todos"
A mi fiel compañera, mi
consorte, a la soledad, a la que un día fue por mí la preferida y hoy por mí la
traicionada.
A ti, que
estas sufriendo, lo sé, lo siento. Yo te había elegido entre todas, serías mi
acompañante, y yo tu fiel amante, tú para mí y yo para ti, sí, ¡has compartido
tantas noches conmigo!, ¡pobre confidente, mi fiel aliada! , y hoy sin querer la traicionada.
Puede que tan solo fueras
ese tronco de madera al que me aferré con todas mis fuerzas para no zozobrar.
Ya había dejado de tener esperanzas, y ¡quizás eso fue lo que me llevó hasta a
ti! No lo sé, trato de justificarme, de
encontrar una razón suficiente para aplacar tu furia, tu desengaño, porque
sabes que ya no ocuparas el lugar que ostentabas, tendrás que buscar de nuevo,
un compañero, emigrar a otras almas que ¡quizás te busquen!, pernoctar en otros cuerpos, ¡lo siento!, ¡cuando
ya te habías acostumbrado a ser mi fiel amante, mi consorte, mi preferida, mi
compañera!
Hoy te
han robado tu sitio, hay otra en tú lugar, te han desplazado, y ¡qué culpa
tengo yo de quedarme atrapado en su mirada!, yo no quise, te había elegido a
ti, mi soledad, mi consorte, mi fiel compañera, ¡Dios, pero esa mirada! Y te
revuelves y desde mi interior me gritas, recordándome,
-¡No
estaba sola, estaba acompañada!,
-lo sé, esperaré, ya no hay otra, me quedé atrapado en su mirada.
Y de nuevo me interpelas:
-lo sé, esperaré, ya no hay otra, me quedé atrapado en su mirada.
Y de nuevo me interpelas:
-¡Me
vengaré!
-ya lo has conseguido, sufriré, me quedé atrapado en su mirada.
-ya lo has conseguido, sufriré, me quedé atrapado en su mirada.