Porque lo Imposible
seguirá marcando mis pasos
aunque duela,
aunque sangre la
herida abierta que el corazón sufre.
Sí, lo sé,
¿qué hacer?
¿cómo actuar?
¿cómo sanar la
herida con apósitos de Posibles?
Y rebusco entre tus palabras
intentando recabar
el auxilio
que protejan mis
torturas,
pero no hallo las respuestas,
nada mitiga mis angustias.
nada mitiga mis angustias.
Tan solo una vez,
una vez sola,
escuché tu voz que me trajo el viento,
desde lo lejos,
desde las montañas nevadas
desde las montañas nevadas
que rozan con
sigilo las alturas del cielo:
¡Merece la pena ver amanecer
aunque solo sea
para ver este cielo!!!
Y me reconfortaron,
en un sigilo, el alma…
Y me aplacó la
furia de los deseos encubiertos…
Y restableció el
orden en mi mundo incierto…
Pero, no,
ahora dejaron de
ser válidos,
caducó tu gran
deseo…
Porque no me vale…
Porque se me hizo
egoísta tú presencia,
tus palabras al
oído,
bailar contigo en
la anochecida
acompañados del
silencio…
Recorrer los
senderos apoderados del frío,
escuchando embelesada
tus palabras,
o en silencio, no
importa…
Formar parte de tus
desatinos,
¡qué me quieras!
¡Qué te mueras si no
estás conmigo!...
¿Ves?
triste de mi egoísmo.
Triste en lo que se
han convertido
aquellos incipientes sentimientos.
Ésos que ya no
manejo,
porque ya soy
manejada,
porque me controlan
el alma..
Ya el Imposible se cambió de senda,
ya se disfraza,
anhelando
convertirse en el Posible deseado.
Porque ya no me
sirven tus palabras:
¡Merece la pena ver amanecer
aunque solo sea
para ver este cielo!!!
Porque ahora ambiciono
este lamento:
¡Qué merezca la pena ver amanecer,
tan sólo, si es
contigo, a tu lado, a tu vera,
para poder apreciar
la belleza de ese cielo!!!