Rough Sea with Wreckage
De
J.M.W. Turner (1775-1851)
La suave brisa me impregnó el alma con deleites de
cortejos,
casi sin alborotos, sin turbulencias de sensaciones,
en mi mar de calma,
en las olas, del sosiego..
en el cielo grisáceo de mi mundo,
en el letargo de mi serenidad acomodada.
Y aquella
suave brisa, traspasó los límites de mi tino,
sin sobresaltos,
sin desatinos.
No incitó la alerta en mis sesos,
ni espoleó la perturbación en mi mesura.
Pero ¿qué sucedió entonces?,
¿quién fue el que azuzó a la brisa?
¿fue culpable tu mirada?
ésa que se alió con la placidez,
ésa que pacto con el diablo,
ésa que me hizo zozobrar en el vendaval de pasiones
y me hizo enajenar ante el halo de tu requiebro.
Y,
ésa mirada,
la tuya,
le murmuró a la mía como caricia dulce,
como en un suave soplo,
con la calidez de la mañana,
inundado los recovecos,
cautivando cada mesura de mis entrañas.
¿Qué hacer..,
ante la fuerza atronadora que
invirtieron los sosiegos?
¡Qué hacer,
si por desprevenida, enredaron la armonía?,
y agitaron mi mar en calma…
…Y los segundos, y los minutos, y los días….,
aumentaron la intensidad del desconcierto…
veloces, febriles,
como con
prisas.
Y ahondaron aún más profundo,
y socavaron cada escondrijo del alma,
e interceptaron los sonidos nítidos de la mañana,
y se impusieron al suave murmullo de la brisa.
¡Ahora el lamento de mi alma malherida!
El penar por confiar,
aferrándome con
fuerza a tus lisonjas,
¿Por qué,
ahora el requiebro de tu risa?
ese que se jacta de su huida, porque era del todo
ficticia.
¿Por qué desmantelaron mi juicio?,
sin treguas, sin reposo ni esperanzas.
Ahora el lamento encamina mis acordes en las letras,
ahora me desahogo en la palabra.
¡Qué se vuelve antojadiza!
¡qué describen sobre el papel
sortilegios de arrebato!,
Ya se respalda con los deseos protegidos,
ya ceden a cada galanteo del vendaval,
propiciado por
tus gestos,
y enmarañan
las palabras esparcidas en el blanco
en el inmaculado de la página..
¡Ya me resisto!,
¡ya los hilos manejan mis manifiestos!!!
¡¡¡ya la tempestad se apoderó de la calma!!!
¡ya naufragué, y me perdí en el fondo del tumulto,
en los mares de la perturbación y el desconcierto,
porque el vendaval intensificó su fuerza.
De repente,
aumentó su
ferocidad en el apetito plagiado por el
deseo.
Y ya del todo me rindo.
Ya del todo confiscaron mis entrañas.
Ya cedí al tabernáculo de la voluntad por las
pasiones maltrechas.
Ya el triste vendaval se convirtió en huracán, e invadieron cada
escondrijo
cada fisura secreta de mi alma.
Y lo plasmo
con el negro de la tinta,
por siempre marcadas,
en el blanco del impuro
y mugriento, del que fuera blanco,
del blanco de
mis páginas desorientadas…