At the
Piano
John Withe Alexander
(1984)
Las
notas invadieron la oscuridad de las sombras,
horadando
con su brillo
como
relámpago en el negro de la oquedad,
como
resplandor en los tormentos del desahuciado por muerto.
A
lo lejos, me invaden los reclamos
de
alguien que gime,
que
se lamenta.
A
lo lejos, sonidos de una voz que ruega…
¡Toca…, toca para mí, piano,
mi
cómplice, en las notas de mis júbilos
mi
asistente en las notas de mi agonía,
mi
camarada en las noches variopintas de color a vino,
de
sabor a rojos de labios,
con
sabor a impuros, a viciosos del simulacro!
Los
ruegos se escabullen de entre los resquicios de la fachada,
deseando
ser luz en las guaridas,
y
escapan del habitáculo, mientras sigue el viento,
elevando
los implores de un canto lastimado…
¡Toca…, toca para mí, piano,
toca
melodías de triunfo,
toca con cadencias de euforia!,
¡qué tu armonía cuelgue en cada una de
tus notas!
¡qué quiero resucitar sinfonías con
violines, con trompetas,
en
el movimiento del Allegro con brío!
Ya
me dejo seducir por las súplicas,
y
rebusca mi mirada
en
los resquicios del amurallado, del
recluido.
¡Ya
me uno a su penar y a su llanto lastimero!
¡Ya
quiero fundir mis notas de marchas, de
danzas,
de
himnos a la alegría!,
a
las melancólicas notas…
¡Para
qué no suenen a muerto!
¡Para
qué no suenen a réquiem!
¡Qué
la tuba y el fagot no participen!
¡Qué
lo dejen para el final,
para
ese final de mi vida!
¡Qué
el piano aguarda mis sacudidas!,
¡qué
mis manos ansían fusionarse
con
cada tecla del negro,
con
el latido de la tecla blanca del piano!
¡Qué
esperen los infiernos,
qué
aguarden en la farsa del teatro!
¡Qué
se escondan entre bastidores a que termine mi canto!
¡Qué
ahora son otras notas las que me reclaman!
¡Qué
ahora son otras las que se fundirán con las mías!!!